Es ella quien va de un lado a otro: Lasciva,
soberbia, lujuria, “la gran ramera” le hacen llamar:
La matrona sin orden: el caos. Ella tan buena y
prolífica alguna vez tuvo un lado mejor visto, descrito por el poder, la
cultura, la belleza, se rendía culto al amor: Eros y Afrodita.
¿A quien se le ocurrió de cualquier manera que
todo tiene que tener un opuesto? Por qué
es tan fácil ser “malo” y tan difícil ser “bueno”. La culta Babilonia se
convierte en una babilonia terrenal (nótese la connotación despectiva) y por lo
tanto la ciudad celestial es la novia pura y casta: Jerusalén.
Una imago irrepresentable, tan perfecta, sólo
puede ser fruto de una visión creyente como la de Juan el del apocalipsis, una
visión de la divinidad que se corresponde en la realidad con algo repugnante
(desde su visión). Fruto de la negación y prohibición de Eros y Afrodita surge un miedo recóndito, se expone ante la
mujer (Magdalena, la favorita de Jesucristo, o cualquier otra). Mientras, entre
sueños la moral no permitía a estas figuras hechizadas avanzar hacia él, quizá
porque en el fondo las asociaba con lo femenino y lo trágico, causando además
una represión a la más conocida imagen de la creatividad, tanto como para
generarse un apocalipsis entre sueños.
El Eros reprimido se prostituye, una
profanación a lo sagrado, un deseo reprimido que en ese proceso de inversión,
de la preferencia de lo útil sobre lo momentáneamente placentero, choque entre
realidad y moral, manifestándose en sueños, con sus respectivos síntomas
psicopatológicos. Juan lo describe así: “Y me llevó en el espíritu del desierto y vi una Peggy híper
sexualizada, sentada en una bestia escarlata, adornada de oro y piedras
preciosas y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la
inmundicia de su fornicación y en su mente un nombre escrito: BABILONIA LA
GRANDE, LA MADRE DE TODAS LAS RAMERAS.
¿Qué qué prefiero yo? Prefiero entonces
realizar ese sueño de fantasías masoquistas y fetiches antes de que, como decía
Goya: verlo realizado en”el sueño de la razón produce monstruos”.
Insólito: llevaban ocho años
casados y no sabían que para tener hijos hace falta el sexo
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Una pareja de alemanes que
concurrieron a una clínica de fertilidad para saber por qué no tenían hijos
tras ocho años de matrimonio, recibieron un diagnóstico que dejó de una pieza
a quienes los examinaron: no estaban teniendo relaciones sexuales. Y no es
que no las mantuvieran en el último tiempo, no habían tenido nunca.
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En contexto:
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En la Clínica Universitaria de
Lubek dijeron que nunca antes habían visto un caso así. Luego de someter al
hombre y a la mujer a una serie de exámenes, llegaron a la conclusión de que
ambos eran fértiles y que no deberían tener problemas para concebir, informa
DPA.
Un portavoz del centro hospitalario contó que “cuando les preguntamos qué tan seguido tenían sexo, miraron con cara de asombro y dijeron: ¿A qué se refiere? No estamos hablando de personas con retraso, sino de una pareja que fue criada en un ambiente religioso y que, tras ocho años de matrimonio, sencillamente no tenían idea respecto de los requerimientos físicos necesarios para procrear”, explicó. Los esposos están ahora sometidos a una terapia intensiva de lecciones sexuales, y la clínica realiza un estudio para averiguar si existen otras parejas en situaciones similares. |
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